sábado, 15 de agosto de 2015

Agua va!!


Madrid podía ser admirada por su curioso sistema de suministro hídrico, pero no por su alcantarillado.

Mientras que existían unos viajes de agua que llevaban agua limpia a las fuentes, conventos, hospitales, casas nobles o al Palacio Real, Madrid no disponía del más sencillo alcantarillado por el que eliminar las aguas sucias y las inmundicias que generaban los madrileños, de ahí que existiera la costumbre de arrojar por las ventanas tanto las aguas mayores como las menores y las basuras.

En los pueblos las necesidades fisiológicas se realizaban en el campo o en corrales, pero en una ciudad como Madrid, que al estar rodeada por una cerca tenía que crecer en altura, no existía tal posibilidad, por lo que los madrileños fueron especialistas en el lanzamiento aéreo de excrementos desde sus ventanas al grito de ¡Agua va!.

Cuando los visitantes extranjeros llegaban a Madrid se quedaban asombrados de que sus calles estuvieran recubiertas de un fango tan putrefacto que les quemaba los zapatos, los cerdos recorrieran la ciudad a sus anchas porque se alimentaban con los desperdicios que se amontonaban en las calles, el ambiente fuera tan insalubre que las rejas de las casas rezumaran un "sarro infecto" y el hedor tan intenso que antes de ver la ciudad ya se sabía que existía.

Por todo lo dicho no nos debe extrañar que en 1747 el viajero italiano Beretti dijera de Madrid que era la "cloaca máxima, pues paseando por sus calles se está como en una letrina".

Texto de Antonio Balduque

No hay comentarios:

Publicar un comentario